No volé con mi panne sobre el desierto a mil millas de toda región habitada,
pero leí El Principito
no me alejé de la orilla sin miedo a no volver,
pero leí El viejo y el mar
no maté a nadie por ver una pequeña ventana en un cuadro que nadie ve,
ni amanecí tumbada como un escarabajo,
ni ciega por completo tuve que sobrevivir
Puede que nunca siquiera escriba un décimo de esas mieles que tanto me dan placer
Mas, agradezco al dios de todos los dioses
la alegría desaforada y silenciosa
la emoción interior como un tsunami
de leer viviendo, de vivir leyendo.
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